miércoles, 12 de marzo de 2014

50 Años de la computaciòn en Mèxico

50 AÑOS DE LA COMPUTACIÓN EN MÉXICO
 

 INTRODUCCIÓN


         Hoy en dí­a, la importancia de la computación en nuestras vidas es, sin lugar a dudas, incuestionable. Dicha importancia se refleja en una clara (y a veces hasta obsesiva) dependencia de las computadoras, y las diversas tecnologí­as relacionadas con ellas, que presentan investigadores de diferentes disciplinas e incluso un número cada vez mayor de estudiantes y público en general. El mundo moderno parece girar en torno al ritmo que las computadoras le imponen, como podemos constatar a diario cuando vamos a un banco, cuando compramos un boleto de avión, cuando pagamos con una tarjeta de crédito y hasta cuando realizamos tareas tan simples como encender nuestro automóvil.

Sin embargo, y por extraño que esto pudiera sonar, a un lugar como el CINVESTAV, que es un centro de investigación de primer nivel, con amplio reconocimiento nacional e internacional, le tomó 23 años el poder contar con un Departamento de Computación. Las razones son varias, aunque principalmente se relacionan con la dificultad para conseguir recursos humanos en número y calidad suficiente, lo cual ha sido, por muchos años, una tarea muy difí­cil de lograr en México1.


Antecedentes históricos
El campo de las ciencias computacionales en México tiene sus orígenes a mediados de la decada de los 1950s. En dicho período, destaca la llegada de la primera computadora electrónica a nuestro país [1]. Este importante evento, cuyo 50 aniversario celebramos en este 2008 tuvo una historia azarosa, aunque, afortunadamente, con un final feliz.

Todo empezó en 1955, año en que el Ing. Sergio Beltrán López (ver figura 1) le propone al Dr. Nabor Carrillo Flores (entonces rector de la UNAM), la instalación de una computadora en nuestra máxima casa de estudios. Esto generó opiniones encontradas dentro de la UNAM. Varios investigadores se oponían a esto, debido a que lo consideraban un lujo innecesario. Al parecer, el Ing. Beltrán se interesó en las computadoras a raíz de un proyecto de colaboración entre la UNAM y la Universidad de California en Los Angeles (UCLA). El grupo mexicano (del cual también formaba parte el Dr. Carrillo Flores) tenía que resolver sistemas de ecuaciones simultáneas tan complejos, que les tomó 9 meses hacerlo. Cuando enviaron sus resultados a UCLA, su contraparte norteamericana verificó los resultados en menos de 3 semanas. Esto dejó atónito al grupo mexicano, pues según sus estimaciones, se requeriría aproximadamente la mitad de la población de Estados Unidos para poder realizar esos cálculos en tan corto tiempo [4]. Al preguntarle sobre este asunto al director del proyecto en UCLA, su respuesta fue que los cálculos los habían efectuado con el Cerebro Electrónico Nacional. El Ing. Beltrán pensó que se trataba de una broma y movido por la curiosidad, viajó a UCLA. Ahí descubrió que el Cerebro Electrónico Nacional era una computadora IBM-650. Obviamente, no le tomó mucho tiempo al Ing. Beltrán darse cuenta del potencial de tal máquina e instó rápidamente al Dr. Nabor Carrillo Flores a instalar una computadora similar en la UNAM. Se cree que el Dr. Carrillo Flores acabó apoyando la propuesta debido a que él mismo había estado involucrado en el citado proyecto con Estados Unidos. Sin embargo, debido a las limitantes presupuestales de la UNAM, el rector le dijo al Ing. Beltrán que se rentaría una computadora, pero que ésta debía volverse auto-financiable en 12 meses. De no hacerlo, el proyecto se cancelaría. Ultimados los detalles con la IBM, se firmó un contrato para rentar una IBM-650 por un monto de $25,000 pesos mensuales. Cabe destacar que el plan original del Ing. Beltrán era rentar una IBM-704, pero a pesar del descuento del 60% que les ofreció IBM, no les alcanzó el dinero, y por ello se tuvieron que conformar con una IBM-650 que, además, no era nueva, sino que había sido heredada de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA).

El 8 de junio de 1958, abre sus puertas el Centro de Cálculo Electrónico (el CCE), ubicado en el sótano de la antigua Facultad de Ciencias. Su primer director fue el Ing. Beltrán López y entre sus colaboradores estuvieron Renato Iturriaga, Manuel Alvarez, Lian Karp, Javier Treviño, Luis Varela y Eduardo Molina. En el CCE se instaló la computadora IBM-650 de bulbos que se le rentó a IBM (ver figura 2).  Esta máquina operaba con un tambor magnético con capacidad para 20,000 dígitos, efectuaba 1,300 operaciones de suma y resta por segundo y funcionaba con lectora y perforadora de tarjetas, adoptando un sistema numérico llamado bi-quinario. Utilizaba un ensamblador llamado SOAP (Symbolic Optimizer and Assembly Program), un pseudo-compilador llamado RUNCIBLE y un intérprete llamdo BELL [5]. Las primeras tareas que se le encomendaron a esta computadora fueron los de resolver problemas de astronomía, física e ingeniería química. Incluso, se conformó una base de datos para los antropólogos. En agosto de 1959, se dictó el primer coloquio sobre computadoras electrónicas y sus aplicaciones.

Figura 1: Ing. Sergio Beltrán

Figura 2: Computadora IBM-650, instalada en la UNAM en junio de 1958

Desarrolo de la computaciòn en Mèxico

Desarrollo de la computación en México  
La computación es una actividad profesional que induce a la creatividad, al desarrollo de la capacidad intelectual y del pensamiento abstracto, por eso quienes nos hemos dedicado por un tiempo a desarrollar aplicaciones o herramientas de trabajo en este campo, podemos recordar con enorme satisfacción la mayor parte de los proyectos en los que hemos participado. En un buen número de casos nos hemos quedado sorprendidos de nuestros propios logros y de los alcanzados por los equipos de trabajo de los que formamos parte.  
Esta grata experiencia la podemos extrapolar en muchos casos a las organizaciones en las que hemos colaborado, aunque no en todos, pues en algunos de ellos, la mala definición de los problemas, la falta de organización y de metodologías apropiadas llevaron a la decisión de suspender o de cancelar determinados proyectos, ante la existencia evidente de fallas, o la falta de credibilidad por la acumulación de retrasos. Aún así, muchos somos los que podamos considerar que la balanza es positiva, si bien la experiencia es cada vez menor en la medida en que las tendencias naturales, se han ido hacia la implantación de soluciones adquiridas de proveedores externos (generalmente extranjeros) de manera que el valor agregado localmente resulta mínimo.  
En donde las cosas son totalmente distintas es cuando pensamos a escala nacional: Aquí, aunque la participación de México no representa más del 1.5% del mercado mundial, el volumen de las actividades computacionales es y ha sido enorme a lo largo de los casi 50 años en que ellas se han realizado, sin embargo, las aportaciones de nuestro país al desarrollo informático internacional durante este periodo han sido nulas, hecho que resulta desde luego penoso además de grave.  
 
 
Es grave por las implicaciones que el hecho tiene en la economía, por los gigantescos pagos que nuestro país tiene que hacer por tecnología y servicios tecnológicos que se adquieren en el exterior y que se pudieron haber desarrollado en México, con enormes beneficios económicos, de generación de empleo y de fortalecimiento a la educación superior. Es penoso porque implica una falta de visión, de voluntad política y de confianza  en nosotros mismos para enfrentar los retos-oportunidades que el desarrollo tecnológico implica.  
Aunque esta ausencia es cierta no sólo en informática sino en todas las áreas de la tecnología, el propósito de esta reunión es muy concreta, su tema es el referente al caso específico de la informática y en este, ciertamente ni existe ni ha existido un proyecto de desarrollo tecnológico a nivel nacional, un proyecto desarrollado con la visión de que en México pudiéramos ser algo más que compradores, distribuidores, operadores y usuarios de la tecnología.  
Esta posición puede parecer demasiado negativa para quienes asisten a este acto y de manera más genérica para quienes la comunidad informática gubernamental y de algunos otros sectores, pero desafortunadamente no lo es, y ello no se debe a la falta de capacidad y conocimiento de la tecnología por parte de nuestros técnicos, sino a malas decisiones y a actitudes equivocadas y de corta visión, por parte de quienes en algún momento han tenido en sus manos la capacidad para incidir con sus decisiones en los procesos tecnológicos. 
Para no caer en generalidades, me permito hacer algunos señalamientos específicos a manera de ejemplos: En la década de los setentas el gobierno mexicano era ya un gran comprador de computadoras, mientras que las empresas de cómputo operaban con grandes márgenes de utilidad (la venta de un equipo representaba ingresos 10 veces mayores que los costos directos de producción de ese equipo).
 

martes, 4 de marzo de 2014

La computaciòn en Mèxico

Introducción

México inició su incursión en el uso de la tecnología de computadoras digitales el 8 de junio de 1958, cuando la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) adquirió una computadora IBM-650; esta fecha marca un hito en la historia de la informática en Latinoamérica, pues la IBM-650 fue la primera computadora electrónica en operar en este continente, al sur del río Bravo. Conmemoramos pues, en este 2008, el 50 aniversario de tan importante evento histórico.

La investigación y desarrollo de la informática en México, comenzó hacia fines de los 70. Entre las universidades mexicanas que desarrollaron los primeros proyectos relacionados con el diseño de computadoras destacan la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

IBM 650 en la UNAM

los primeros años
A mediados de los 50, un grupo de científicos de la UNAM envió al ingeniero Sergio Beltrán López a visitar el campus principal de la Universidad de California en los Angeles (UCLA). El objetivo principal de ese viaje era conocer cómo las computadoras fabricadas por IBM eran capaces de resolver eficientemente un sistema complejo de ecuaciones integro-diferenciales simultáneas. Este problema de investigación había llamado la atención del equipo científico de la UNAM, debido a su aplicación directa en la solución de un número importante de problemas reales en mecánica de suelos que aquejaban a la ciudad de México. Sin la ayuda de las computadoras se consideraba que la resolución de estos problemas tomaría un tiempo inaceptablemente largo.
Como resultado de ese viaje histórico, el ingeniero Beltrán López se convenció de lo valiosas que podían ser las computadoras digitales para resolver problemas serios de investigación. Sin embargo, no fue sino hasta después de un intenso cabildeo que Beltrán López pudo finalmente eliminar las dudas iniciales de la comunidad académica de la UNAM, con respecto al uso de la nueva tecnología. Junto al ingeniero Beltrán López, los doctores Carlos Graeff Fernández y Alberto Barajas Celis, profesores, en ese tiempo, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, apoyaron de manera decidida el proyecto sobre el uso de las computadoras en la investigación científica.
 
Computadoras mexicanas
En México, el desarrollo de la tecnología de computadoras empezó unos años después de la aparición del microprocesador en Estados Unidos. Lo que motivó este desarrollo fue que a partir de ese entonces el diseño de computadoras basado en microprocesadores ya no requería de los abundantes recursos económicos que las grandes compañías de computadoras empleaban en el diseño de sus mini y macrocomputadoras. En esta sección describimos en detalle algunas de las computadoras mexicanas desarrolladas en el periodo de fines de los 70, hasta mediados de los 80.
A manera de comparación, cabe hacer notar que durante el periodo al que nos referimos en este trabajo, diversas compañías en Estados Unidos estaban desarrollando computadoras personales basadas en microprocesadores tales como la IBM-PC (1981), IBM-XT (1983), e IBM-AT (1984) de IBM y la Apple III (1980) y MacIntosh (1984) de Apple Computer, por mencionar sólo algunos ejemplos de las computadoras más populares de la época.